Preguntas Frecuentes

Salvo que el pediatra lo aconseje antes, cualquier niño debería ser visitado por su odontólogo al tener toda su dentición temporal erupcionada y visible. Suele ser en torno a los 3 años.

Es un error no llevar a los niños a la consulta “porque no les duele nada” o, “porque los dientes de leche no son importantes ya que se acabarán cayendo”. Si la primera vez que el niño conoce al dentista es con motivo de una situación de emergencia (una infección que le provoca dolor, un traumatismo, etc), resultará, como mínimo, inquietante para él y la visita puede dejar en él un mal recuerdo que perdure muchos años. En cambio, si su primer contacto con el odontólogo es relajado y amigable, el niño no relacionará el consultorio dental con un territorio hostil. Será beneficioso para el futuro de su salud.

Las enfermedades bucodentales frecuentemente no dan síntomas llamativos de entrada. Sólo una revisión odontológica puede diagnosticarlos antes de que empeoren, y sea más molesto, más incierto, y más costoso su tratamiento.

1-Acostumbrarse a tener una higiene bucodental personal regular y eficaz. El odontólogo y su equipo siempre va a aconsejar a cada paciente la mejor manera de conseguirla, dependiendo de sus condiciones: no hay recetas universales, más allá de la paciencia al realizar las maniobras diarias de limpieza personal.

2-Tomar una dieta equilibrada en la que los alimentos más cariógenos (azúcares e hidratos de carbono químicamente simples) se tomen como excepción y no como norma. Los dulces, golosinas, zumos concentrados, y bebidas azucaradas, no se deben tomar con frecuencia ni con regularidad.

Lo ideal es cepillarse los dientes dos veces al día.

Lo imprescindible es hacerlo una vez.

Siempre se ha de hacer de manera lenta y suave, para conseguir una higiene eficaz.

La pasta dentífrica ha de tener flúor. Los dientes necesitan el contacto regular y frecuente con el flúor, y el que contienen las pastas de dientes es el más eficaz.

Pero existen diferentes pastas de dientes según algunas circunstancias de la persona:

– Para los niños, que deben usar pastas con la concentración de flúor adecuada a su edad.

– Para la hipersensibilidad dental (o dolor agudo momentáneo de los dientes al contacto físico con el cepillo o con sustancias frías, como “sensación eléctrica”), que requiere dentífricos con otros componentes desensibilizantes, además del flúor.

– Para dentaduras con una alta susceptibilidad de caries, que necesitan pastas dentífricas con alta concentración de flúor.

– Para los pacientes con enfermedad periodontal (también llamada periodontitis o “piorrea”), que tienen parte de las raíces dentales expuestas por la destrucción del terreno periodontal, y deben utilizar pastas dentífricas no abrasivas y con alta concentración de flúor para prevenir las caries radiculares.

Hay 3 posibles motivos de hipersensibilidad dental que debe diagnosticar o descartar el dentista:

1-     Caries dental profunda: la sensibilidad delata una cercanía de la caries a la pulpa (o “nervio”) dental, y por lo tanto riesgo de infectarse la misma antes, durante o después del tratamiento dental de la misma.

2-     Enfermedad periodontal (también llamada periodontitis o “piorrea”): la destrucción que provoca del terreno donde se encuentran sujetos los dientes, deja a sus raíces visibles y expuestas, lo que puede ser motivo de hipersensibilidad dental.

3-     Desgastes de las raíces de los dientes por bruxismo (o apretamiento tensional dental) o por cepillado traumático (que, por otro lado, es ineficaz).

El dolor dental siempre es motivo de consulta al dentista.

Es muy útil fijarse en todas las características del mismo que podamos ya que ayudará al diagnóstico odontológico:

– comienzo lento o brusco del dolor,

– duración del dolor,

– intermitencia o persistencia del mismo,

– factores que lo provoquen (temperatura fría, temperatura caliente, presión, masticación, etc),

– factores que lo alivien.

El dentista basará su diagnóstico en:

1-     Signos:  son los datos objetivos obtenidos de la visita odontológica (aspecto de los dientes, aspecto de las encías, contacto oclusal entre los dientes, radiografías, etc). El dentista sigue un protocolo para su recopilación y estudio.

2-     Síntomas:  son los datos subjetivos explicados por el paciente, y que el dentista concretará en la visita, ayudándose de las características del dolor que antes hemos explicado.

Los implantes dentales son la mejor alternativa de prótesis dental para los dientes perdidos, pero no son mejores que los dientes naturales.

Es un error creer que lo son. Un error muy frecuente, potenciado por la presión mediática de la odontología consumista que acompaña a la actual “burbuja dental”. El dentista debe diagnosticar en cada paciente si son aconsejables, según las condiciones médicas de cada persona, si se fuma o no, y el tipo de higiene bucodental.

El tratamiento de rehabilitación mediante implantes dentales hay que explicarlo bien a los pacientes: los implantes se deben cuidar mediante una higiene eficaz. El paciente candidato a estos tratamientos debe estar dispuesto a “segunda oportunidad” para cuidar su salud. Y el dentista le ayudará a conseguirlo. Se deben corregir hábitos incorrectos previos.

Los implantes dentales son las fijaciones, los pilares óseos de las prótesis dentales. El tipo de implante y su posición en el hueso dependerán de (de la misma manera que un arquitecto diseña los cimientos en función de la edificación proyectada):

–         Del terreno óseo: volumen y densidad del mismo.

–         De la prótesis a la que servirá de pilar: cada diente desempeña una función en la dentadura y en cada paciente.

El dentista siempre planificará en tratamiento y el tipo de implante en función del objetivo, que es la prótesis.

No existe ninguna prótesis mejor que el órgano natural al que sustituye.

Si un diente natural no ha durado toda la vida, hemos de intentar que el implante dure lo máximo posible, por lo que se han de corregir malos hábitos previos.

El implante forma parte de un tratamiento de rehabilitación que requiere:

1-     Información adecuada al paciente

2-     Planificación, realización y seguimiento correctos

3-     Buena higiene bucodental: el no tenerla es el principal motivo del fracaso del tratamiento

4-    No fumar

El dentista tiene como prioridad evitar el dolor.

La correcta planificación del tratamiento en todas sus fases creará las mejores condiciones para reducir al máximo las molestias, que son controlable. Hay que seguir siempre las indicaciones particulares en cada caso.

El embarazo no daña la dentadura, pero es una etapa de mayor riesgo de sufrir enfermedades bucodentales debido al cambio de hábitos a los que se suele asociar: hábitos de higiene y de alimentación.

Por lo tanto, la mujer embarazada no debe evitar la revisión odontológica, sino al contrario, debe hacerla con más frecuencia. El odontólogo evaluará a cada paciente, y aconsejará qué y cuándo hacer los tratamientos o revisiones.

Si la urgencia no indica lo contrario, el segundo trimestre del embarazo es el período más cómodo para la paciente si se han de hacer tratamientos.

Evitar que cualquier problema bucodental se complique, reducirá el riesgo de necesitar medicación.

La principal causa de la halitosis son las enfermedades bucodentales, por lo que es obligado el diagnóstico odontológico de entrada.

La ortodoncia seguramente es el tratamiento más conservador y respetuoso con nuestra aparato bucodental. Mejorará las condiciones de nuestra dentadura para su mantenimiento diario. Y, en contra de lo que muchas personas piensan, su principal motivo no es la estética

Cada paciente necesitará su tratamiento más adecuado, puede haber muchas situaciones diferentes según la edad o las condiciones de salud del paciente.

La muelas del juicio o “cordales” son los dientes más variables de una persona a otra, tanto en forma como en posición en la cavidad bucal.

Son las últimas piezas en erupcionar, en torno a los 18 años o edad asociada a que la persona adquiera el “juicio”, y frecuentemente no disponen del espacio suficiente).

Sólo se han de extraer si causan problemas:

–         Infecciones por no poder limpiarlas correctamente (es el motivo más frecuente)

–         Formación de un quiste dental a partir de ellas, que obligaría a extirparlo quirúrgicamente para evitar el daño al maxilar. Los quistes suelen ser asintomáticos, por lo que se deben realizar radiografías de control con la frecuencia que aconseje el odontólogo en cada caso.

–         Alteración de la oclusión dental (contacto entre todos los dientes) si provoca una interferencia en ella al cerrar la boca: el odontólogo es el profesional más especializado en el diagnóstico oclusal de un paciente.

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